domingo, 20 de octubre de 2013

PENSÓ QUE ERA MEJOR ESCONDER LOS CUCHILLOS






Un día, Dulcinea arrancó el cable del teléfono.
Las persianas, bajadas.
Las ventanas, cerradas.
Después, tapó el espejo de la entrada.


La luz entraba, pero no el ruido.
Creyó que afuera sólo era ruido.


El televisor dejó de desinformar.
Y quien sabe, si también informar.
Olvidó salir a la calle.
Olvidó leer el periódico a la hora del café.


Creyó que las palabras dolían.
Creyó que la vida cortaba.
Y pensó que era mejor esconder los cuchillos.


Arrastraba los pies por el pasillo, 
intentando olvidar.
Evitando recordar, qué había tras la puerta.
Subió al primer piso, y sin mirar abajo antes,
el ordenador se precipitó, 
desparramando algunas verdades.


Creyó que la realidad era la peor enfermedad.
Creyó que caer era peor que vivir dormido.

Y un día, arrancó, el calendario.
Pegó fotos de infancia por toda la pared.
Y Dulcinea, esperó.


Y esperó.
Y esperó.
Y esperó.




lunes, 7 de octubre de 2013

ANTÍDOTO





Permitidme una locura,
antes de olvidar.
Antes de que el creer
pierda el equilibrio.

A lo mejor, sembrar lluvia
en campos de cuentos.

O tal vez, incendiar lunas,
llenas de secretos.
Como esos copos revelados
que son las tardes de cine.

Permitidme, no lo sé...
¿y si detrás del jueves
volviera a ser miércoles?.
Tras la tormenta
vendría Don Mario
con taquicardias del presente.

Que suenen en el teléfono
latidos de ahora,
(no mañana, ahora).
Luego nos hospedaremos 
en murales con colores de futuro
y pan recién hecho.

Permitidme, por ejemplo,
que el sueño de la razón
deje de producir monstruos
a partir de ahora.

Y quién sabe,
quizá construir laberintos
donde dejemos
de perder el centro.
Donde encontremos
la rima consonante
de nuestro boceto.

Y mañana podríamos tirar
de un carruaje con amaneceres
y sonrisas de horizonte
donde encontrar el antídoto
que erradique la cordura.

Una última locura, permitidme:
que las calles vuelvan a ser de los locos.



lunes, 14 de febrero de 2011




martes, 1 de octubre de 2013

LEVANTA, CORAZÓN, LEVANTA. VUELVE A OCUPAR TU SITIO



Pobre corazón, no gusta. Siempre le sustituyen por pecho. Que parece que no duele tanto. Por pecho, que parece no estar tan vacío en la estación de los fracasos, vacíos, de arterias que nombran farolas y el viento. Soledades, que se quedan sin aliento, de tanto subir escaleras. Pobre, pobre, corazón. Reclama. Reclama tu lugar. Explica que tú no huyes, corazón. Levanta, corazón, levanta. Vuelve a ocupar tu sitio. Y todo lo demás.