martes, 10 de diciembre de 2013

EL ÚLTIMO RELÁMPAGO DE LA TORMENTA



Intentaba escapar corriendo hacia ella,
al repetirse mil veces que la había olvidado.
Callaba si la tenía delante,
confesándolo todo en cada nueva
"Escucha esta canción".

Llevaba su nombre, la contradicción
y el perdón puede que fuera dejar de herir.
Apuntando cuando el olvido ayudaba a contar estaciones
y a coser sin anestesia cada herida nueva.

Nueva, porque quemaba distinto. "Será la edad".
Antigua, como la certeza. "Será que me hago mayor".

Callaba en un intento vano 
de disfrazar el martilleo,
confesándolo todo en cada nueva
"Lee este libro".
Intentaba dejarla ir, convencido.
Feliz. Hasta que ella volvía.
¿O era él?

Y todas las máscaras del mundo
sembraban las calles 
de luminosas cuevas de Waitomo.
Y todas las voces del mundo
estallaban en el último relámpago de la tormenta.

Era feliz.
Se repetía, todos los días, frente al espejo.
Era feliz.
Les repetía, todos los días, 
a los que no preguntaban.


Feliz. 
Hasta que ella volvía.
¿O era él?




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